Padre Celestial, es tan hermoso experimentar Su presencia. Su amor es calmado y pacífico. Yo solo estoy disfrutandolos. No es esta experiencia la esencia de Su Reino? Un reino el cual Jesús ya nos prometió a nosotros hace 2000 años? Cual es la diferencia entre ese Reino y la Patria Bendecida Eterna? No permanence Su amor siempre igual? Recuerdas cuando, en Turín, después de escuchar el Principio Divino, yo estaba tan emocionado acerca de esta nueva ideología.
A la misma vez, yo estaba tan frustrado de ver como mis futuros hermanos y hermanas del Movimiento de Unificación estaban aplicando esta gran ideología en la vida diaria. Ellos eran tan jóvenes. Como podría estar yo de acuerdo de ser parte de este movimiento?
Ahora, por la primera vez, yo siento que yo necesito arrepentirme por mi actitud en ese tiempo. Yo estoy arrepentido. Yo no Lo conocía y no había experimentado Su amor todavía. Yo no estaba aún completamente seguro de Su existencia. Yo no sabía qué hacer.
Por lo tanto yo quise buscar algo diferente. Fue alrededor del mes de octubre, en 1974. Yo les dije a los miembros de este pequeño grupo que sería difícil para mí mantenerme viniendo al centro. Esa tarde yo les dije adiós a ellos con la profunda convicción de que yo nunca retornaría ahí.
Durante los siguientes días yo luchaba en mi mismo estaba en conflicto cerca mi decisión de no volver al centro. Tenía muy fuertes dudas. Finalmente, una mañana, despues de regresar del trabajo a la casa, me acosté en mi cama. Yo ví el símbolo del Movimiento de la Unificación y en la incitación del momento yo reclamé: “si Tú, Dios, realmente existes, Muéstrate a Tí mismo!” Lo recuerdas? Yo nunca olvido lo que pasó después.
Tu Veniste a mí como una nube de amor. Yo sentí en mí mismo envuelto no solamente espiritualmente, pero fisicamente en esa nube. Nosotros llegamos a ser uno en cuerpo, esa fue mi percepcion al final.
Yo no sabía cómo responder. Yo estaba tan feliz que yo sólo comenzé a Decirte chistes a Ti. No sé cuánto tiempo nosotros quedamos juntos en esta manera. Yo recuerdo muy claramente cuando Tú comenzaste a dejarme otra vez. Tu energa de amor estaba dejándome y yo traté de detenerte, diciéndote: “Por favor, no te vayas”, pero te fuistes de todas maneras. Durante los próximos pocos días yo estaba en un estado espiritual que me hizo sentir como si yo estaba volando más que caminando.
Por qué Te estoy diciendo cosas que Tu Sabes más que yo? Quizás me gusta recordar nuestro primero encuentro, porque este evento cambió el camino de mi vida.
Desde ese momento en adelante, yo me mantuve diciendome a mí mismo: yo no necesito creer en Dios porque yo sé ya que Dios existe, solo el modo que sé que mis parientes y amigos existen.
Necesito fe para creer en la existencia de mis hermanos? La existencia de ellos es un hecho para mí, una realidad. Habiéndote encontrado es una realidad también. No es verdad, Padre Celestial?